Ante la crisis de la COVID-19, la humanidad se enfrenta a una de las crisis más graves e inciertas de la historia reciente. RIPESS comparte su posicionamiento y expresa la necesidad de globalizar la solidaridad.
La humanidad se enfrenta a una de las crisis más graves e inciertas de la historia reciente. La actual globalización de la pandemia COVID-19 ha permitido que se extienda a todos los países. Incluso las poblaciones remotas corren peligro, al igual que las poblaciones de las zonas de guerra y las que viven en condiciones de hacinamiento con malas condiciones de higiene, como los campamentos de refugiados, lo que pone en peligro la vida de los seres humanos en un mundo cada vez más globalizado. Muchos barrios marginales superpoblados en mega ciudades de todo el mundo, así como muchas otras personas en situación de subsistencia cotidiana no tienen acceso a agua corriente, ni a tiendas de alimentos, el distanciamiento social es imposible y la interrupción de sus actividades es un lujo que no pueden permitirse.
El cambio climático también es resultado de la actual globalización y ha sido uno de los factores precipitantes de su crisis; afecta a todos los países y pone en peligro las condiciones de vida en todo el mundo, con repercusiones aún más graves en poblaciones ya vulnerables. Es necesario que mitiguemos y adaptemos rápidamente nuestras respuestas al cambio climático a fin de salvar la biosfera de nuestro planeta para las generaciones futuras, la biodiversidad y los ecosistemas.
Estas crisis se ven ahora agravadas por una crisis económica inminente que está vinculada a nuestro sistema neoliberal impulsado por el lucro y basado en las cadenas de suministro mundiales. La búsqueda de un crecimiento continuo, la extracción sin límites, la industrialización de los sistemas alimentarios y la privatización de la atención sanitaria son todas causas fundamentales de estas crisis que están profundamente entrelazadas, ya que el flujo de riqueza al 1% de la población y la concentración en organizaciones financieras privadas y multinacionales reduce los fondos para los servicios de salud pública en la mayoría de los países. Disminuye el papel de los Estados y de las obligaciones de los Estados de garantizar los Derechos Humanos básicos, como el de la asistencia sanitaria y la alimentación, así como los fondos necesarios para la investigación para prevenir futuras epidemias.
También debemos ser conscientes de que los dirigentes políticos de la mayoría de los países hacen hincapié en que la pandemia de COVID19 es una situación temporal; que una vez que se haya puesto en marcha una vacuna, la vida volverá a la normalidad, y que la actual globalización traerá la prosperidad a todos. Todos sabemos que esto es falso. Y no queremos volver a la «normalidad», con una injusticia y desigualdades sociales y económicas cada vez mayores. Ha llegado el momento de construir colectivamente una nueva normalidad, basada en la justicia social, la solidaridad y la igualdad.
El reto al que nos enfrentamos es cómo construir un modelo alternativo de desarrollo, impulsado por las necesidades de todos los pueblos y comunidades del mundo, y la protección de nuestro planeta.
Ahora se abre la ventana de oportunidad para acelerar el proceso, capitalizar las miles de soluciones ingeniosas que se están creando en las comunidades y hacer que el cambio positivo sea permanente y global en toda su diversidad.
Desde tiempos ancestrales, las comunidades nativas e indígenas han administrado los recursos y bienes de la naturaleza para el beneficio común y de forma sustentable. Así como muchas cooperativas y grupos de seguros mutuos fueron creados por la gente durante la Gran Depresión, las últimas décadas han visto el crecimiento de muchas organizaciones centradas en las personas en todo el mundo. El resurgimiento de la solidaridad entre personas auto-organizadas y dentro de las comunidades que estamos presenciando en todo el mundo en estos tiempos difíciles, así como el trabajo de cuidado de muchas iniciativas de Economía Social Solidaria (ESS) que trabajan codo con codo con el sistema de salud pública es un signo muy positivo. Pero hay que ir más allá, reforzando el acceso universal a los servicios esenciales como la atención sanitaria, la asistencia social, el derecho a la alimentación y la protección social.
Como alternativa al neoliberalismo, la ESS ha crecido mucho en un gran número de países. La ESS es tanto la organización de actividades económicas como un movimiento que promueve el desarrollo basado en los Derechos Humanos, las relaciones armoniosas con la naturaleza, las comunidades democráticas y basadas en la igualdad y la solidaridad y la cooperación mutua a todos los niveles, desde lo local hasta lo global. En otras palabras, se basa en la justicia social, económica y ambiental.
Fortalecimiento de los ecosistemas de la Economía Social Solidaria
Basándonos en lo que ya tenemos, debemos desarrollar y reforzar los ecosistemas de la ESS a todos los niveles. Como se afirma en la Agenda 2030 de las Naciones Unidas, debemos adoptar un enfoque holístico ya que la vida también es holística.
A nivel local, las organizaciones de ESS y otras organizaciones de la sociedad civil (OSC), el gobierno local y otros actores debemos priorizar la salud y la defensa de la vida, en las circunstancias actuales, y continuar trabajando juntos para responder a las necesidades de la población, empezando por el acceso de todos a las necesidades básicas como la alimentación, la vivienda, la atención sanitaria y la educación, el trabajo decente y los ingresos básicos, etc. Cooperar, con un enfoque solidario es la clave. Todo ello debe ir encaminado a crear un mejor ecosistema local de ESS. Las crisis actuales ponen de relieve el hecho de que necesitamos construir economías locales fuertes y depender menos de las cadenas de suministro y las finanzas globales.
A nivel territorial, regional y nacional, los gobiernos deben asociarse con todos los actores que a su vez deben organizarse en redes y organizaciones estructuradas para construir un ecosistema nacional o regional que debe ser sostenible y sustentable. La voz y las necesidades de la sociedad civil deben ser centrales. Algunos países ya han avanzado bastante en este proceso, ya que existen leyes o políticas nacionales para la ESS, financiación y apoyo para ayudar a las personas a organizarse en cooperativas u otros tipos de empresas colectivas impulsadas por los miembros y democráticas, en las que la generación de riqueza es algo que beneficia a la comunidad y no a los accionistas. Por supuesto, un ecosistema de ESS debe incluir financiación social, financiación y acceso a la investigación y la producción de código abierto, y aprendizaje cooperativo. También debe implicar la sensibilización de todos los sectores de la población, comenzando por los más afectados por la injusticia del sistema económico actual.
En el plano mundial, requerimos hacer consciencia sobre el impacto negativo que la sobreproducción y la contaminación genera para la vida humana. Esto plantea la urgente necesidad de emplazar a los gobiernos nacionales y organismos multilaterales a que asuman los acuerdos internacionales sobre medio ambiente, Derechos Humanos, desarme, trabajo digno y protección social. Tenemos los elementos existentes de un ecosistema de ESS, pero que necesitan ser desarrollados y fortalecidos. El Grupo de Trabajo Interinstitucional de las Naciones Unidas sobre la Economía Social Solidaria (UNTFSSE), integrado por 18 organismos de las Naciones Unidas más la OCDE, y 13 observadores de la ESS que representan redes internacionales de ESS (incluida RIPESS) y organizaciones de investigación, están a la vanguardia de la organización de este ecosistema. El UNTFSSE y los observadores están de acuerdo en la importancia de que los países se involucren en este enfoque. Apoyamos firmemente la adopción de una resolución de las Naciones Unidas sobre la ESS. Dicha resolución, adoptada por la Asamblea General de las Naciones Unidas, alentaría a los Estados a promover y apoyar la ESS a nivel nacional y subnacional.
Un llamamiento de RIPESS
Apoyamos el llamamiento del Secretario General de las Naciones Unidas, Sr. Guterres, a favor de un alto el fuego mundial, que es fundamental en un momento como éste para evitar una catástrofe humanitaria con la propagación de la pandemia en todo el mundo. La paz es la piedra angular de una Economía Social Solidaria basada en los Derechos Humanos.
Apoyamos las propuestas de moratoria de la deuda externa de los más pobres y afectados por la pandemia, así como la aprobación por parte del FMI de una asignación de Derechos Especiales de Giro (DEG) para los países más necesitados.
También pedimos a todos los Estados y a todos los sectores de la sociedad que apoyen el llamamiento del Secretario General enviado al G20 para la reunión del 26 de marzo:
«El mundo ha acordado un marco de acción – la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible y el Acuerdo de París sobre el Cambio Climático – y siguen ofreciendo una luz de guía para la gente y el planeta. Debemos asegurarnos de que la estrategia de recuperación para salir de esta crisis nos mantenga en el camino hacia estos objetivos a largo plazo, construyendo una economía sostenible e inclusiva».
Nos comprometemos a trabajar, utilizando un enfoque de múltiples actores, con todas las organizaciones, gobiernos e instituciones internacionales que quieran dar forma a un mundo que ponga en primer plano las necesidades de las personas y del planeta. Invitamos a otros a adoptar un enfoque similar.
¡Los desafíos son inmensos, pero la capacidad de la humanidad para resolver todos sus problemas es mayor!
[…] ???? COVID-19 statement: “Globalising solidarity is the response we need now!” available in English, French, Spanish; […]